la Dueña, denominada así porque se encontraba bajo el dominio de
Doña Urraca, su dueña. El manantial se encuentra situado en la parte trasera
de la iglesia parroquial, a los pies del castillo.
Fuentidueña de Tajo es una localidad del sureste de la Comunidad de Madrid, a una
distancia de 62 kilómetros de la capital y limitando con los pueblos madrileños
de Villamanrique de Tajo, Villarejo de Salvanés, Valdaracete y Estremera, así como
con Santa Cruz de la Zarza, en la provincia de Toledo.
Forma parte de la Cañada Real Soriana y, según el censo de 2008, consta de 2001
habitantes.
Históricamente, el municipio perteneció a la antigua comarca de la Cuesta de las
Encomiendas, creada por la orden militar de la Encomienda Mayor de Castilla de la
Orden de Santiago. Como vestigio de ello tenemos el Castillo de Santiago, que veremos
más adelante. Pero antes, nos dirigiremos a la Plaza de la Constitución, donde encontraremos
el primer elemento característico de Fuentidueña: su Torre del Reloj. .
En Fuentidueña de Tajo se han encontrado vestigios prehistóricos y romanos, que informan de la existencia de asentamientos
humanos mucho antes de su fundación medieval. En la Alta Edad Media, surgió un núcleo urbano alrededor
del castillo de la Alfariella o de la Alarilla, hoy desaparecido, que cobró una
gran importancia militar durante la dominación árabe.
En la
Baja Edad Media, otro castillo, denominado antiguamente de Santiago y en
la actualidad conocido como Torre de los Piquillos, se destacó como enclave
estratégico en el avance de los reinos cristianos sobre el Al-Ándalus, durante la Reconquista. Esta fortaleza dependía de la Orden de Santiago.
La Reconquista
se desarrolló en varias fases. El rey Alfonso VI conquistó el castillo de la Alarilla
en 1085 y en 1212, Alfonso VIII consolidó la plaza, tras
su triunfo en la decisiva Batalla de las Navas de Tolosa, que
permitió la expansión cristiana hacia el sur peninsular. En 1328, el pueblo, llamado entonces Fuentidueña de Ocaña (por
su vinculación jurisdiccional con el Archiprestago de esta localidad toledana), recibió fueros.
La villa pasó a formar parte de la provincia de Madrid en 1833, en el contexto de la reforma impulsada por Javier de Burgos, mediante la cual se dividió a España en provincias.[
Aquí tenemos el Reloj de la Villa, con una de las maquinarias más antiguas de la
Comunidad de Madrid.
La torre está construida en yeso sobre un arco, bajo el cual
transcurre la calle Mayor, y está adosada al Ayuntamiento. Este edificio tenía una
estética similar a la plaza, con casas bajas de dos plantas, encaladas, de teja
árabe y balcones de forja. Sin embargo, tuvo que ser reformado por motivos de seguridad.
A pesar de ello, aún conserva el antiguo blasón de piedra que tenía la fachada anterior
y en el que figura la leyenda "Armas de la Villa".
En la actualidad, se ha convertido
en el escudo municipal de Fuentidueña. En la plaza, también hay otros dos blasones
en la entrada de dos viviendas, aunque no está reconocido a quién pertenecieron.
Según hemos podido leer en la web del Ayuntamiento, se sabe que "uno de los escudos
tiene dos blasones concedidos por Don Juan de Austria al Capitán Carralero por su
valentía en la batalla de Lepanto. En uno de ellos podemos ver una nave con sus
velas y aparejos por ser batalla naval y la Cruz de San Juan de los Caballeros de
Malta".
presenta edificios de dos plantas encalados, de teja árabe y con balcones de forja.
Está presidida por el Ayuntamiento, donde se conserva un antiguo blasón de piedra
también llamada Fuente de la Dueña (Fuentidueña).
Se trataba de una fuente dominada por la Dueña Doña Urraca,
si bien hay una inscripción en la que figura el año 1833,
aunque debe tratarse de una reforma posterior.
Tiene un único caño que vierte el agua en un pilón de piedra proveniente de un manantial a través de una bóveda.
Siguiendo hacia adelante por la calle San Andrés,
veremos a lo lejos, dominando el pueblo desde lo alto de la montaña,
el Castillo de Santiago, más conocido hoy como Torre o Castillo de los Piquillos.
Se cree que fue construido en el siglo XII y ampliado en el siglo XIV.
Su historia se relaciona a dos reyes:
Alfonso VI, conquistador de estas tierras a los musulmanes y
casado con la princesa mora Zaida; y Alfonso VIII,
que dio los Fueros del Mercado a la Villa.
Fue elegido sede del reino en tiempos de Doña Urraca, esposa de Alfonso I "el Batallador".
Incluso cuenta la leyenda que ella, por las noches,
iba a través de los pasadizos a visitar a los moriscos.
En el siglo XV pasó a estar bajo la Orden de Santiago,
aunque fue en la Guerra de la Independencia, durante el siglo XIX,
cuando sufrió los mayores destrozos,
al ser utilizadas muchas de sus piedras para otras construcciones.
Aquí estuvieron prisioneros el adelantado Pedro Manrique, por orden de Juan II, y Álvaro de Luna,
Marqués de Villena, éste último por diferencias con la Orden de Santiago,
convirtiéndose después en dueño del Castillo.
De planta grande e irregular, se componía de dos cuerpos separados por un foso interior.
Actualmente, sólo se conservan en pie un muro y parte de dos torres cilíndricas a los lados.
La Torre del Homenaje está situada en el frente opuesto de la ciudad y
aún se puede ver su parte exterior.
Existía también otra fortaleza en Fuentidueña durante la dominación árabe, hoy ya desaparecido.
Se trataba del Castillo de Alfariella, que posteriormente pasó a denominarse como Alarilla.
De él se conocen documentos y escritos de origen islámico.
Sobre su solar, ahora se asienta la Ermita de la Alarilla, de la que hablamos al final de la página.
Dejando atrás el castillo y volviendo al pueblo, recorreremos la Avenida de Elena Soriano hasta llegar al Puente de Hierro que cruza el río Tajo. La desaparecida Diputación Provincial de Madrid encomendó esta obra al ingeniero José de Echevarría, quien se fue a Francia y encargó su construcción a la empresa "Imbert y Cía", colaboradora con Gustave Eiffel, por lo que se le atribuye su construcción entre los años 1868 y 1876. Su relevancia radica en la importancia de Fuentidueña como paso obligado hacia Castilla-La Mancha, Levante y Andalucía. Antes, se hacía a través de un puente colgado, uno de los cuatro de este tipo de la Diputación de Madrid, pero el general Prim lo destruyó en 1866 al huir a Levante. Su construcción lo convirtió en el segundo puente de hierro más antiguo de la Comunidad de Madrid, por detrás del que podemos ver en el parque de El Capricho.
Cruzamos el puente y nos dirigimos, finalmente, a la Ermita de la Alarilla, la cual encontraremos en un cerro después de atravesar la urbanización del mismo nombre. Su ubicación es, como dijimos antes, el antiguo solar donde estuvo el desaparecido Castillo de Alfariella o Alarilla. Después de que Alfonso VI conquistara el reino de Toledo y de que fuera reconquistado por Alfonso VIII, se le dio a esta fortaleza la potestad de Portazgo, un impuesto medieval que, en la actualidad, equivaldría a un peaje. Fue entonces cuando se convirtió en una plaza comercial controlada por la Orden de Santiago y en un tema de litigio con el arzobispo de Toledo Cerebruno -maestro y consejero del rey Alfonso VIII, a quien acompañó en la toma de Cuenca y participó en la batalla de los Alarcos y de las Navas de Tolosa; también encabezó la embajada que trajo de Gascuña a la futura Reina de Castilla Doña Leonor-, que quería controlar los tres pasos del Tajo: Zorita de los Canes, Toledo y Alharilla.
Según la leyenda, la construcción de la ermita vino impulsada por un pastor que encontró una talla de la Virgen de Alarilla, patrona de Fuentidueña, probablemente escondida para evitar su ultraje. Cada segundo fin de semana de septiembre, los vecinos hacen una romería llevando en andas a su Patrona desde el pueblo.
Fue construida en 1175 como una pequeña capilla,
que ha ido ampliándose sucesivamente hasta conformar una iglesia de tres naves.
Su aspecto actual corresponde al siglo XVII,
si bien la torre puede datar de mucho antes.
Alberga un retablo barroco, presidido por una pintura de San Andrés,
patrón del pueblo, junto con Nuestra Señora de Alarilla, la patrona.
Restos de un poblado visigodo, situados junto a la Cañada Real Soriana.
Las viviendas en cueva son habituales al sureste de la Comunidad de Madrid.
Fuentidueña conserva algunas muestras en su periferia,
que se utilizan en la actualidad como segundas residencias.
Remanso de la Tejera.
Se trata de un remanso del río Tajo,
donde se puede encontrar vegetación de ribera y una gran variedad de aves.
Era un lugar de descanso de los pastores durante la trashumancia.
Esta vía pecuaria,
que surca la Península Ibérica de nordeste a sudoeste,
atraviesa el término municipal.
Se entra en la provincia de Madrid por el término de Brea de Tajo,
hacia el sitio de las Matillas.
La Cañada va atravesando copudas encinas y eriales en lomos suaves,
Estremera queda a la izquierda como topónimo mesteño.
El río Tajo se cruza por un hermoso puente en Fuentidueña de Tajo, en tiempos por barca de maroma.
En un yesar en lo alto de una terraza se enclava la ermita de Alarilla.
Y pasada la ermita la Cañada se clava por un barranco, remontando los cerros de Algez.
Se denominan Cañadas Reales a aquellas cañadas castellanas de uso tradicional,
reguladas por edicto real de Alfonso X el Sabio en 1273.
Si bien los caminos trazados por las cañadas luego conocidas como reales,
eran recorridos usados desde antiguo por el pastoreo trashumante,
el decreto de Alfonso X perseguía la regulación,
ordenación y protección de ciertos caminos que por su importancia,
uso o ubicación merecían ser preservados de posibles violaciones.
Así, junto con la creación del Concejo de la Mesta,
quedaron definidas las cañadas reales.
Una cañada real debía tener un anchura de 90 varas castellanas (72,22 metros)
y tenían la característica de ser trazados de muy largo recorrido (más de 500 km)
y discurrir principalmente en dirección Norte–Sur con las lógicas limitaciones que impusiera la geografía.
Con la regulación real, quedaba asimismo prohibido el recorte que realizaban comúnmente los propietarios de fincas colindantes mediante el movimiento de mojones.
Se entra en la provincia de Madrid por el término de Brea de Tajo,
hacia el sitio de las Matillas.
La Cañada va atravesando copudas encinas y eriales en lomos suaves,
Estremera queda a la izquierda como topónimo mesteño.
El río Tajo se cruza por un hermosa puente en Fuentidueña de Tajo, en tiempos por barca de maroma. En un yesar en lo alto de una terraza se enclava la ermita de Alarilla.
Y pasada la ermita la Cañada se clava por un barranco, remontando los cerros de Algez.